Se llama Jesse Alderman, alias Sway, y te puede conseguir lo que necesites: un trabajo de sobresaliente, un carnet falso o una cita con la chica que te gusta… Jesse tiene influencias y una habilidad innata para conseguir lo que otros no pueden, no confía en nadie y lo tiene todo bajo control… O lo tenía, pues todo se tambalea a su alrededor cuando le proponen que robe el corazón a la chica más codiciada del instituto para entregárselo a otro.

En Un corazón de piedra no hallaréis ni una historia profunda ni personajes demasiado elaborados pero tampoco lo necesita para funcionar; pues es sencilla, ligera y sumamente entretenida y en esta ocasión, yo al menos no he necesitado más.

La trama nos traslada al típico instituto norteamericano, pero la autora es habilidosa y al romance de turno le da una vuelta de tuerca, un cambio de enfoque que le sienta de maravilla a la novela y que convierte Un corazón de piedra en un pasatiempo digno. Otra perspectiva que viene dada por el peculiar y disparatado punto de partida: el protagonista debe conquistar una chica para otro chico (lo sé, suena raro y bastante feo). A partir de este punto, Spears va hilando con acierto situaciones y momentos contados en un certero tono desenfadado que dota al texto de una ligereza que se convierte en un aspecto positivo. Además, a esto hay que añadirle alguna que otra subtrama contada a cuentagotas pero que ayuda a complementar el hilo principal. No obstante, no puedo negar que el argumento es simple y bastante predecible, y cuenta con una presentación y desarrollo de personajes correcto donde destaca el carismático protagonista –el gran acierto de la novela–, y es que Spears se ha centrado tanto en él y su personalidad que los demás están algo desatendidos y se nota mucho. Aun así, si pusiéramos en una balanza lo bueno y malo del libro, para mí gana lo positivo.

Un corazón de piedra presenta una historia entretenida y con cierto encanto, pero a más de uno su simpleza le parecerá un problema. Recomendada si buscáis algo ligero y juvenil.